Caminar en Tetuán: inscritas en sus paredes, las marcas visuales del trabajo de la Enredadera, Invisibles de Tetuán, Algarada, piezas del Rey de la Ruina…: mapas de disenso frente a la depredadora hoja de ruta de la ciudad global neoliberal. Disenso: reconfiguración de situaciones bajo otro régimen de percepción y de significación: “reconfigurar el paisaje de lo perceptible y de lo pensable es modificar el territorio de lo posible y la distribución de las capacidades” (Jacques Rancière, El espectador emancipado: 51-52). Calles de Tetuán: espacios en los que se producen experimentos de creación de lo posible:
Taltoys/Taltos y El Rey de la Ruina.
En un texto imprescindible, Maurizio Lazzarato elabora la noción de lo posible como producción de lo nuevo y asocia la apertura a lo posible con el enamoramiento. Observa que “abrirse a lo posible es recibir, como cuando uno se enamora, la emergencia de una discontinuidad en nuestra experiencia, y construir, a partir de una mutación de la sensibilidad que el encuentro con el otro ha creado, una nueva relación, un nuevo agenciamiento. Uno se enamora menos de la persona que del mundo posible que ella expresa; se capta en el otro menos su existencia actualizada que nuevas posibilidades de vidas que el encuentro ha hecho surgir” (Por una política menor 2006: 41). Identificar potencias, mundos posibles, vidas posibles que se producirán a partir de ese encuentro. Caminar en Tetuán: slogans-oráculos sobre los corazones del Rey de la Ruina: “Asomarse al abismo”: asomarse a encuentros inesperados, guiones por escribirse, enamorarse de esas potencias de por-venir.
Carteles de Invisibles de Tetuán.