Paredes de Barcelona: bancos de peces. Pegatinas hechas a mano pegadas sin permiso sobre vallas, paredes, chapas, ventanas. Rutas del deseo y usos del tiempo: dibujar, recortar, salir a la calle, escoger las superficies: pegar, pegar, pegar, seguir andando.
Prácticas de deseo: pegatinas por la calle, como regalos: bancos de peces que proliferan por el Raval. Pararse a observar y considerar: producir diligentemente objetos necesariamente efímeros que van a ser expuestos a la acción del sol, de la lluvia, de la gente, y colocarlos sobre superficies también precarias. Temporalidades en contacto. Barthes sugiere que el graffiti, o el arte urbano, está constituido no por su mensaje, sino por la superficie: la superficie existe como un objeto que ya ha vivido y es por eso que esa escritura, o en este caso la pegatina, “always comes to it as an enigmatic surplus: what is in excess…out of place–that is what disturbs the order of things” (“Cy Twombly” 1985: 167). Perturbar el orden de las cosas: salirse del circuito de la inversión continua en destrezas y gestiones del “capital humano”. Perturbar el imperativo del retorno incrementado en cada actividad produciendo papelitos precarios destinados a borrarse. De esa tensión y ese deseo, tal vez, la inquietud que provocan.
Update del 11 de junio, 2016: Las pegatinas de los peces son de peces polla. Para leer otros posts que las documentan se puede visitar esta página y esta otra.
y en verdad es verdad…
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